Por un materialismo gozoso: manifiesto
Por un materialismo gozoso: manifiesto Durante la mudanza del caparazón el cangrejo prepara una recámara de humedades para su trance en vulnerabilidad. A diferencia de la cocolía, en avatar soft-shell crab , cuando procelosa merodea por el fondo marino entre ocasionales refugios, enterramientos, camuflajes, el juey construye en su madriguera, una pequeña bóveda para su estación. Como si la noche de su cueva no fuera suficiente, depara un vacío para otra noche, para una doble opacidad en quietud lo suficientemente espaciosa para depositar su cuerpo. En ella el cangrejo deviene blando y el tamiz de una inmediatez que deberá cobijarlo. Se trata de insistir en la membrana que es su cuerpo. Allí donde (siendo casco hasta en los ojos) no se puede imaginar que algo permita los destilados el cangrejo empoza su perceptiva. Entregado a esta labor de su cuerpo, cierne, decanta las arenas de su cuevilla en la cueva. Palanca, bocas y patas murmurean. Finísima, casi tejida por su saliva, una leve