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Mostrando las entradas de enero, 2013

Nada como un viejito

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  Crítica muda y ciega Roland Barthes Los críticos (literarios o teatrales) se valen a menudo de dos argumentos bastantes singulares. El primero consiste en decretar bruscamente que el objeto de la crítica es inefable y, por consiguiente, la crítica inútil. El otro argumento, que también reaparece periódicamente, consiste en confesarse demasiado tonto, demasiado torpe para comprender una obra reputada como filosófica: así, una pieza de Henri Lefebvre sobre Kierkegaard ha provocado entre nuestros mejores críticos (y no hablo de quienes abiertamente hacen profesión de tontería) un fingido pánico de imbecilidad (cuya meta, evidentemente, era desacreditar a Lefebvre relegándolo al ridículo de la cerebralidad pura). ¿Por qué la crítica proclama periódicamente su impotencia o su incomprensión? No es por modestia ciertamente: para uno, nada más cómodo que confesar no comprender nada del existencialismo; para otro, nada más irónico, y por lo tanto más seguro, que reconoce

Irse ( ) Ir(se)

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Irse   ( ) Ir(se) Juan Carlos Quintero-Herencia Decía antes que el arte es acción y la religión adoración.   En tanto que el hombre actúa, no está sujeto a la imploración. Se implora porque se quiere algo que no está en nuestras manos. El hombre que acude ante su dios, lo hace movido por la impotencia de obrar ante una situación que se le resiste . Virgilio Piñera, “El país del arte” (Buenos Aires, 1947) Ana María Rosado (me) pregunta en Facebook: “ Y después de un cuarto de siglo de partida empiezan a soñar con el regreso... es posible regresar? ” Es una importante pregunta por difícil y heterogénea.   Sobre todo porque expone con sus pelos y señas que se trata de un “sueño” personal.   Nunca me atrevería a generalizar o a prescribir el regreso como tampoco la partida de la isla.   Soy creyente, doy por ciertos los poderes de la fuga, de la salida.   Creo en el escape cuando una situación vivencial amenaza o es la forma misma de la intransitividad o el ahogo.   Me gu

Dios entre nosotros

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Encontrado en una cuevilla sellada con arena arcillosa y baba, este texto es del 2001. Tod avía m uy fervoroso para mi gusto crustáceo. El ensayo se redact ó días después del triunfo de una gobernadora que abusa de la base en su maquillaje. Ahí va uno, ciégalo Toño, ciégalo . lbm

Libertad del año nuevo

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"Cierto, Vigilio Piñera nunca escribió para eso. Casi se podría decir que escribió para lo contrario, para el no-éxito, y tenía el suficiente coraje para no condescender. No consideraba la literatura como un certamen ni un modo de medrar, sino un artefacto de desenmascaramiento. El acto de arrancar las máscaras no ha sido nunca amable o encantador. No está bien visto. Entender la literatura como hecho moral no es el camino más fácil de alcanzar la celebridad. Desde bien pronto, quiso ser un celoso de su libertad. Rebelde, incómodo, impertinente, agresivo, contestatario, negador. Como intentó dejar claro en la pieza de teatro que escribía en el momento de morir, estaba condenado a ser libre y a elegir, aunque tuviera la limitación de solo poder elegir lo que elegía. Sin embargo, aun cuando escribía sin esperar nada a cambio y optó por el camino arriesgado del malestar, del sarcasmo, de la aspereza y la frialdad, no es menos cierto que obtuvo mucho menos de lo que