Libertad del año nuevo

"Cierto, Vigilio Piñera nunca escribió para eso. Casi se podría decir que escribió para lo contrario, para el no-éxito, y tenía el suficiente coraje para no condescender. No consideraba la literatura como un certamen ni un modo de medrar, sino un artefacto de desenmascaramiento.

El acto de arrancar las máscaras no ha sido nunca amable o encantador. No está bien visto. Entender la literatura como hecho moral no es el camino más fácil de alcanzar la celebridad. Desde bien pronto, quiso ser un celoso de su libertad. Rebelde, incómodo, impertinente, agresivo, contestatario, negador. Como intentó dejar claro en la pieza de teatro que escribía en el momento de morir, estaba condenado a ser libre y a elegir, aunque tuviera la limitación de solo poder elegir lo que elegía.

Sin embargo, aun cuando escribía sin esperar nada a cambio y optó por el camino arriesgado del malestar, del sarcasmo, de la aspereza y la frialdad, no es menos cierto que obtuvo mucho menos de lo que concedió. Vivió en la incómoda comodidad de los márgenes. Marginalidad buscada: marginalidad hallada, o como solía reiterar: idea fija, idea que se convertía en realidad. Fue libre, quiso enseñar a ser libres; a cambio solo encontró dureza. Como exclamó en alguna ocasión Fina García Marruz hablando de su marginación: "Tuvo lo que merecía".

A diferencia de muchos que conozco, su inclemencia no buscaba destruir, por el contrario, era el resultado de la clemencia. En su "maldad" radicaba su honradez; su nobleza, su bondad." 





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