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Recuerdo cubano Me sorprendió un poco que me invitaran a formar parte del jurado del Premio Casa de las Américas en 1978. Yo vivía en esa época en París y mi fe en la revolución cubana se había extinguido hacía mucho tiempo. Pero lo que no se había extinguido era mi curiosidad política. Nunca había estado en Cuba y tenía interés en ver con mis propios ojos el fenómeno político que hacía años había encendido la imaginación de tantos latinoamericanos. Así que acepté hacer el largo viaje a La Habana en enero de 1978. Desde el comienzo recibieron a los jurados como si fuésemos altos dignatarios, protegidos por soldados y trasladados en autobuses que circulaban por la mitad de la carretera obligando a todo el tráfico a apartarse a nuestro paso. Nos recluyeron los primeros días en un lugar aislado de la sierra de Escambray, en el hotel Hanabanilla, al lado de un tranquilo lago. Allí tendríamos todo el día para leer los manuscritos. Mis compañeros en el jurado de ensayo fueron el his