Todo un pueblo puede morir de luz como morir de peste
Todo un pueblo puede morir de luz como morir de peste. Al mediodía el monte se puebla de hamacas invisibles, y, echados, los hombres semejan hojas a la deriva sobre aguas metálicas. En esta hora nadie sabría pronunciar el nombre más querido, ni levantar una mano para acariciar un seno; en esta hora del cáncer un extranjero llegado de playas remotas preguntaría inútilmente qué proyectos tenemos o cuántos hombres mueren de enfermedades tropicales en esta isla. Nadie lo escucharía: las palmas de las manos vueltas hacia arriba, los oídos obturados por el tapón de la somnolencia, los poros tapiados con la cera de un fastidio elegante y de la mortal deglución de las glorias pasadas. Virgilio Piñera, "La isla en peso" 1943.