Libertad inmediata y sin condiciones para Severina Skanking: Instrucciones para su extranjería
Me consta que habrás de responder con otra serie de textos que solo buscan desorientar aún más esta labor de rastreo imposible. Imposible porque la verdad de todo esto que persigo, apilando tus papeles y escombros, es tan frágil como la mentira de nuestra relación. Pero, como una vez te grite mientras te fugabas, no me molesta escarbar. Queda además aquel bolero sobre los gozos que inspira la mentira. Leyéndote en el cuerpo de la otra es donde mejor aprecio tu animalidad básica, esa que no apalabra nada en lenguaje humano. Entre tus cosas me topo con un relato de una escritora puertorriqueña: Yara Liceaga, “Las aventuras de Severina” La secta de los perros número 1 (2005): 14-15. No me interesa discutir si debe ser publicado en alguna antología alternativa o formar parte de algún canon secuestrado. Me interesa discutir su efectividad, pues me ha hecho pensar en esa otra cosa que vengo mascando hace rato. Efecto ese del pensar, dicho sea de paso, que tiene alguna literatura. Comparto