Cribado de cuevas: la escucha del padre

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Capítulo XV El padre Una mañana siento que me sacuden violentamente en el lecho. -Levántate, Manuel –oigo la voz fatigosa de mi padre. Abro los ojos, nublados aún del sueño, y lo miro jadeante y en camiseta. Tiene la frente inundada de sudor y los gruesos brazos sucios de fango hasta los hombros. Por uno de ellos le chorrea un poco de sangre. -¿Qué ocurre, papá? -Levántate y ven conmigo. Perezosamente me incorporo y me visto. Dejamos la casa, sin ruido, y emprendemos el viaje por el arenal. Amanece. Por el oriente píntanse ya las vetas doradas del alba. Caminamos un gran trecho silenciosos. Voy intrigado. ¿Qué demonios obligará a mi padre a despertarme a hora tan temprana? Asunto muy serio, sin duda… El continúa, con la respiración ruidosa, haciendo breves altos para recobrar el aliento. Llegamos, por el lado del litoral, donde el terreno, blanco y húmedo, está cribado de cuevas. -Ahí- me dice deteniéndose y señalando una cueva –ahí ha caído un polluelo. ¿No lo oyes? El juey lo va a destrozar si no apuramos. Acercándome, escucho el pío del infeliz bichejo, que viene desde el fondo como la súplica apagada de un niño que se ahoga. -He tratado inútilmente salvarlo, pero no me cabe ni alcanza todo el brazo. Prueba tú. Y cuídate de una mordida. Entonces lo comprendo todo: la fatiga, el brazo enlodado y sangrante… Con la agilidad y las destrezas propias de mis años, meto el mío, seco como un sarmiento, en el negro y minúsculo abismo. Tras extenuante esfuerzo y hundiéndome en el lodo hasta la cabeza, logro atrapar el polluelo por las patas. Cuando lo traigo a la luz –mínima escena que nunca olvidaré-, el rostro de mi padre fulge de alegría y satisfacción y en las líneas iluminadas de ese rostro, leo, por segunda vez, una bondad sin límites. -¡Muy bien!- aprueba emocionado –Ahora hay que llevárselo a la madre. Debe ser de las gallinas de Tiburcio. Regresamos alegremente con la rescatada víctima. -No digas nada a Consuelo- me pide, casi humildemente, como avergonzándose de su propia bondad. Luis Palés Matos, Litoral, Reseña de una vida inútil (Novela) 1949.

Comentarios

  1. ese pasaje de litoral es precioso. el capítulo en el cual el padre describe el espacio y se pone metafísico me gusta mucho también, y cuando van al baquiné y se saben los cantos para sorpresa de los allí presentes también es una escena preciosa. esa imagen del comienzo, del cazador en el litoral, el sueño que se repite, la búsqueda asesina será, la semilla de filí melé.

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