No hay nacionalismo de izquierdas
Desde el centro de la diana*
Félix de Azúa
El País. España, 11 de julio de 2005.
En el palacio Poggi de Bolonia puede verse una escalofriante colección de fetos humanos en sus últimos meses de gestación. Los modelos, delicadamente esculpidos en cera y de gran perfección anatómica, estaban destinados a los estudiantes de obstetricia. Cada feto tiene una postura distinta, los hay cabeza arriba, cabeza abajo, con un brazo a la espalda, con las piernas cruzadas.... Como es bien sabido, el parto traerá nueva vida a la tierra, o más muerte, según sea la posición del feto. Algo similar ha sucedido con la constitución de las autonomías españolas, que fue concebida con gran gozo y ludibrio por sus padres, pero nadie podía suponer ni remotamente que la posición del feto iba a poner en peligro la vida de la madre.
No exagero. Hará cosa de un mes, un grupo de amigos y conocidos publicamos un documento implorando la creación de un partido no nacionalista en Cataluña ya que, a diferencia del País Vasco, aquí sólo hay partidos nacionalistas. Bien es verdad que el PP es constitucionalista, pero se trata de un partido tan obsesionado con los asuntos religiosos que no puede servirnos de ayuda. No va uno a sustituir una religión por otra. Entre el catolicismo de Roma y el nacionalismo de Carod, francamente... De modo que expresamos nuestra modesta opinión sobre un monopolio ideológico lamentable. De inmediato se nos lanzaron a la yugular medio centenar de columnistas y opinadores sin esgrimir un solo argumento aunque sí sus afilados colmillos; los políticos se alisaron las vestiduras mirando hacia el techo; y el primer consejero (la persona más importante de Cataluña después de Maragall) nos insultó desde la televisión nacionalista, cuyo déficit pagamos los insultados.
Ya lo esperábamos. Nos habría disgustado mucho no haber recibido los improperios habituales. En la democrática Cataluña es casi imposible ir de insumiso o de disidente. Quienes no pertenecen a la fratría patriótica y deportiva pasan mucho frío y les pegan los frailes. Hasta ahí, todo iba bien. Lo que no podíamos imaginar es que nos amenazaran de muerte. Suponíamos que Cataluña, a diferencia del País Vasco, ya había superado la Guerra Carlista. Nos equivocábamos. Un articulista del Avui, miembro de Esquerra Republicana, biógrafo de Boadella (a quien ahora quiere ver muerto) y del heroico Joan Puigcercós (a quien había puesto a parir unos años atrás), pedía a gritos nuestra eliminación física. Riguroso. Que nos pegaran cuatro tiros.
Naturalmente, basta dar una ojeada al artículo para percatarse de que su autor es un ciudadano peculiar, pero también era un ciudadano peculiar el que se cargó a John Lennon. No hay que menospreciar a los ciudadanos peculiares. Debo confesar que a mí no me preocupó ni el artículo ni el articulista; me preocupó el diario donde se publicaba la petición de exterminio.
Observe el lector foráneo que el Avui es el diario del nacionalismo ultramontano, que casi nadie lo lee, pero que arrastra una deuda tremenda desde que Pujol decidió emplear el dinero en otros menesteres más jugosos. Maragall les ha regalado este año trescientos millones de pesetas, pero lo que faltaba para garantizar su supervivencia lo han puesto, mano a mano, el editor Lara, dueño de casi toda la edición catalana, y el Conde de Godó, dueño del muy subvencionado diario La Vanguardia (que a día de hoy no ha informado sobre las amenazas) y de media tonelada de televisiones y radios que le regaló Pujol.
Que yo esté pagando con mis impuestos a los tipos que cobran por amenazarme de muerte me parece hacer el capullo. Sin embargo, aún me parece más surreal que el resto del sueldo se lo paguen Lara y Godó. ¿Por qué dos de los más ilustres apellidos del franquismo catalán están financiando a los ultras? Volvamos al comienzo.
La posición del feto es determinante para la supervivencia de la madre. Cuando nosotros pedimos un partido no nacionalista en Cataluña estamos pidiendo, también, un partido ajeno a la alianza entre el mundo de los grandes negocios locales y el nacionalismo. Porque (cosas del feto) el caciquismo y aquello que antes se llamaba "la oligarquía", son la base misma del nacionalismo, su más firme fundamento. Y como sigan por ese camino, van a matar a la madre.
¿Por qué precisamente Lara y Godó? Porque los potentados que crecieron con el franquismo, las fortunas del franquismo, están financiando desde el inicio a los partidos nacionalistas. Al comienzo, comprensiblemente, para hacerse perdonar, pero muy pronto porque descubrieron los notables beneficios de semejante simbiosis. El presupuesto de la Generalitat se eleva a tres billones de pesetas anuales. Es el mejor negocio de la región. Y de muy precario control.
Recuerden ustedes que los primeros munícipes de Pujol, en su carrera por el monopolio del poder rural, eran casi todos ellos políticos franquistas. Que ése era también el llamado "mundo de los negocios" de Pujol, con Javier de la Rosa entre otros angelitos. Y ese sigue siendo el mundo real, el verdadero, de los jefes nacionalistas. Así se entiende que el Estatut, un asunto que sólo importa al 6,5% de la población catalana, sea imprescindible para el suave deslizamiento de la correa de transmisión que une el poder económico local con la Generalitat.
No por otro motivo insistimos hasta ponernos pelmazos en que no hay ni puede haber nacionalismo de izquierdas. Que estamos muy contentos de que haya nacionalistas, que son inevitables tanto en Navarra, como en Cataluña, como en Valladolid y en Irán, que incluso creemos que hay nacionalistas honrados como hay católicos irreprochables, pero que no pueden seguir mirándose al espejo para celebrar lo muy de izquierdas que son. Y de ahí el disgusto que algunos tenemos con los socialistas, último bastión laico que nos quedaba.
Si comparan ustedes con Italia, un país bastante parecido al nuestro, sobre todo en lo malo, constatarán la diferencia. No hay dos "naciones" más diversas que la República de Venecia y el Reino de Sicilia. Estas dos sociedades, la veneta y la siciliana, tienen lenguas distintas, historias distintas, costumbres distintas, mundos simbólicos distintos, en fin, son tan diversas como Austria y Túnez. Y sólo se unieron hace cuatro días, no cuatro siglos. Sin embargo, jamás la izquierda italiana ha permitido la menor vacilación sobre la constitución italiana. Cuando ha aparecido un partido nacionalista, la Liga del Norte, ha sido con todas las características de un partido cripto-fascista, es decir, un partido empeñado en hacer más ricos a los ricos. Y naturalmente gobiernan con los fascistas de Fini y con Berlusconi, que es como quien dice la madre del cordero.
No hay nacionalismo de izquierdas ni aquí, ni en Argentina, ni en los EEUU de Bush, ni en Croacia, ni en Japón, ni en ningún otro lugar del mundo. El nacionalismo es un disfraz del poder económico, su refugio y su coartada. En consecuencia, empiezo a creer que a nosotros no nos ha amenazado de muerte un militante de Esquerra Republicana sino los poderes fácticos. Como en una novela de Vázquez Montalbán o de Sciascia. Y eso ya da más miedo.
Última hora: una vez enviado el artículo, el president de la Generalitat se reunió con miembros del grupo antes mencionado y se comprometió a comunicar a Godó y Lara su inquietud por la publicación de las amenazas de muerte.
(*) Texto incluido en Ciudadanos. Sed realistas: decid lo indecible. Madrid: Editorial Triacastela, 2007, 101-104.
(Oye Mote, me interesa incidir con este textillo en tu nota anacrónica. (¿Necesitaremos una brevísima pausa en este amelcochamiento crustáceo?) Sobre todo, porque creo que es una reflexión (la tuya) sostenida en la pregunta sobre la condición del "ahora" de un diálogo, el presente de una palabra política. (Claro, esos azotes con José José son otros veinte pesos).
En un manglar cerca de usted, podía haber titulado mi copy and paste. Este texto viene junto a los demás que me has ofrecido. Algunos ha tenido un efecto anfetamínico. Siempre tengo mis dudas y preguntas sobre este nuevo partido político no-nacionalista. Por ejemplo, en lo que concierne a su manejo del concepto "Ilustración" como también a la particularidad de "lo ciudadano" y de "lo individual" contemporáneos. Son, imagino, preguntas o dudas nacidas de contextos disímiles o deformaciones propias de mi condición cangreja. Reconozco que los autores no forman un "frente común" (bonita imagen) ni mucho menos.
By the way, leyendo las páginas que recogen el lugar del nacionalismo en Cataluña, sus dogmas, su cinismo mediático y su hegemonía, recordé algunas páginas de esa otra creatura, Carlos Pabón, en su Nación Postmortem. Ensayos sobre los tiempos de insoportable ambigüedad. San Juan: Ediciones Callejón, 2002. Claro otro es el budget del nacionalismo en ese manglar, como otro el enchufe institucional y el tamaño de los guisitos. Sin embargo, la rabia generada, la calidad y cantidad de "respuestas", insultos e histerizaciones que supuraron algunos ante sus planteamientos críticos, ya en la prensa (sic), la academia o la vellonera boricua merecen discutirse. Nada despreciable, en otra caverna n'est pas?, sería retomar la discusión en torno a la "ambigüedad" de esa temporalidad insoportable.)
Félix de Azúa
El País. España, 11 de julio de 2005.
En el palacio Poggi de Bolonia puede verse una escalofriante colección de fetos humanos en sus últimos meses de gestación. Los modelos, delicadamente esculpidos en cera y de gran perfección anatómica, estaban destinados a los estudiantes de obstetricia. Cada feto tiene una postura distinta, los hay cabeza arriba, cabeza abajo, con un brazo a la espalda, con las piernas cruzadas.... Como es bien sabido, el parto traerá nueva vida a la tierra, o más muerte, según sea la posición del feto. Algo similar ha sucedido con la constitución de las autonomías españolas, que fue concebida con gran gozo y ludibrio por sus padres, pero nadie podía suponer ni remotamente que la posición del feto iba a poner en peligro la vida de la madre.
No exagero. Hará cosa de un mes, un grupo de amigos y conocidos publicamos un documento implorando la creación de un partido no nacionalista en Cataluña ya que, a diferencia del País Vasco, aquí sólo hay partidos nacionalistas. Bien es verdad que el PP es constitucionalista, pero se trata de un partido tan obsesionado con los asuntos religiosos que no puede servirnos de ayuda. No va uno a sustituir una religión por otra. Entre el catolicismo de Roma y el nacionalismo de Carod, francamente... De modo que expresamos nuestra modesta opinión sobre un monopolio ideológico lamentable. De inmediato se nos lanzaron a la yugular medio centenar de columnistas y opinadores sin esgrimir un solo argumento aunque sí sus afilados colmillos; los políticos se alisaron las vestiduras mirando hacia el techo; y el primer consejero (la persona más importante de Cataluña después de Maragall) nos insultó desde la televisión nacionalista, cuyo déficit pagamos los insultados.
Ya lo esperábamos. Nos habría disgustado mucho no haber recibido los improperios habituales. En la democrática Cataluña es casi imposible ir de insumiso o de disidente. Quienes no pertenecen a la fratría patriótica y deportiva pasan mucho frío y les pegan los frailes. Hasta ahí, todo iba bien. Lo que no podíamos imaginar es que nos amenazaran de muerte. Suponíamos que Cataluña, a diferencia del País Vasco, ya había superado la Guerra Carlista. Nos equivocábamos. Un articulista del Avui, miembro de Esquerra Republicana, biógrafo de Boadella (a quien ahora quiere ver muerto) y del heroico Joan Puigcercós (a quien había puesto a parir unos años atrás), pedía a gritos nuestra eliminación física. Riguroso. Que nos pegaran cuatro tiros.
Naturalmente, basta dar una ojeada al artículo para percatarse de que su autor es un ciudadano peculiar, pero también era un ciudadano peculiar el que se cargó a John Lennon. No hay que menospreciar a los ciudadanos peculiares. Debo confesar que a mí no me preocupó ni el artículo ni el articulista; me preocupó el diario donde se publicaba la petición de exterminio.
Observe el lector foráneo que el Avui es el diario del nacionalismo ultramontano, que casi nadie lo lee, pero que arrastra una deuda tremenda desde que Pujol decidió emplear el dinero en otros menesteres más jugosos. Maragall les ha regalado este año trescientos millones de pesetas, pero lo que faltaba para garantizar su supervivencia lo han puesto, mano a mano, el editor Lara, dueño de casi toda la edición catalana, y el Conde de Godó, dueño del muy subvencionado diario La Vanguardia (que a día de hoy no ha informado sobre las amenazas) y de media tonelada de televisiones y radios que le regaló Pujol.
Que yo esté pagando con mis impuestos a los tipos que cobran por amenazarme de muerte me parece hacer el capullo. Sin embargo, aún me parece más surreal que el resto del sueldo se lo paguen Lara y Godó. ¿Por qué dos de los más ilustres apellidos del franquismo catalán están financiando a los ultras? Volvamos al comienzo.
La posición del feto es determinante para la supervivencia de la madre. Cuando nosotros pedimos un partido no nacionalista en Cataluña estamos pidiendo, también, un partido ajeno a la alianza entre el mundo de los grandes negocios locales y el nacionalismo. Porque (cosas del feto) el caciquismo y aquello que antes se llamaba "la oligarquía", son la base misma del nacionalismo, su más firme fundamento. Y como sigan por ese camino, van a matar a la madre.
¿Por qué precisamente Lara y Godó? Porque los potentados que crecieron con el franquismo, las fortunas del franquismo, están financiando desde el inicio a los partidos nacionalistas. Al comienzo, comprensiblemente, para hacerse perdonar, pero muy pronto porque descubrieron los notables beneficios de semejante simbiosis. El presupuesto de la Generalitat se eleva a tres billones de pesetas anuales. Es el mejor negocio de la región. Y de muy precario control.
Recuerden ustedes que los primeros munícipes de Pujol, en su carrera por el monopolio del poder rural, eran casi todos ellos políticos franquistas. Que ése era también el llamado "mundo de los negocios" de Pujol, con Javier de la Rosa entre otros angelitos. Y ese sigue siendo el mundo real, el verdadero, de los jefes nacionalistas. Así se entiende que el Estatut, un asunto que sólo importa al 6,5% de la población catalana, sea imprescindible para el suave deslizamiento de la correa de transmisión que une el poder económico local con la Generalitat.
No por otro motivo insistimos hasta ponernos pelmazos en que no hay ni puede haber nacionalismo de izquierdas. Que estamos muy contentos de que haya nacionalistas, que son inevitables tanto en Navarra, como en Cataluña, como en Valladolid y en Irán, que incluso creemos que hay nacionalistas honrados como hay católicos irreprochables, pero que no pueden seguir mirándose al espejo para celebrar lo muy de izquierdas que son. Y de ahí el disgusto que algunos tenemos con los socialistas, último bastión laico que nos quedaba.
Si comparan ustedes con Italia, un país bastante parecido al nuestro, sobre todo en lo malo, constatarán la diferencia. No hay dos "naciones" más diversas que la República de Venecia y el Reino de Sicilia. Estas dos sociedades, la veneta y la siciliana, tienen lenguas distintas, historias distintas, costumbres distintas, mundos simbólicos distintos, en fin, son tan diversas como Austria y Túnez. Y sólo se unieron hace cuatro días, no cuatro siglos. Sin embargo, jamás la izquierda italiana ha permitido la menor vacilación sobre la constitución italiana. Cuando ha aparecido un partido nacionalista, la Liga del Norte, ha sido con todas las características de un partido cripto-fascista, es decir, un partido empeñado en hacer más ricos a los ricos. Y naturalmente gobiernan con los fascistas de Fini y con Berlusconi, que es como quien dice la madre del cordero.
No hay nacionalismo de izquierdas ni aquí, ni en Argentina, ni en los EEUU de Bush, ni en Croacia, ni en Japón, ni en ningún otro lugar del mundo. El nacionalismo es un disfraz del poder económico, su refugio y su coartada. En consecuencia, empiezo a creer que a nosotros no nos ha amenazado de muerte un militante de Esquerra Republicana sino los poderes fácticos. Como en una novela de Vázquez Montalbán o de Sciascia. Y eso ya da más miedo.
Última hora: una vez enviado el artículo, el president de la Generalitat se reunió con miembros del grupo antes mencionado y se comprometió a comunicar a Godó y Lara su inquietud por la publicación de las amenazas de muerte.
(*) Texto incluido en Ciudadanos. Sed realistas: decid lo indecible. Madrid: Editorial Triacastela, 2007, 101-104.
(Oye Mote, me interesa incidir con este textillo en tu nota anacrónica. (¿Necesitaremos una brevísima pausa en este amelcochamiento crustáceo?) Sobre todo, porque creo que es una reflexión (la tuya) sostenida en la pregunta sobre la condición del "ahora" de un diálogo, el presente de una palabra política. (Claro, esos azotes con José José son otros veinte pesos).
En un manglar cerca de usted, podía haber titulado mi copy and paste. Este texto viene junto a los demás que me has ofrecido. Algunos ha tenido un efecto anfetamínico. Siempre tengo mis dudas y preguntas sobre este nuevo partido político no-nacionalista. Por ejemplo, en lo que concierne a su manejo del concepto "Ilustración" como también a la particularidad de "lo ciudadano" y de "lo individual" contemporáneos. Son, imagino, preguntas o dudas nacidas de contextos disímiles o deformaciones propias de mi condición cangreja. Reconozco que los autores no forman un "frente común" (bonita imagen) ni mucho menos.
By the way, leyendo las páginas que recogen el lugar del nacionalismo en Cataluña, sus dogmas, su cinismo mediático y su hegemonía, recordé algunas páginas de esa otra creatura, Carlos Pabón, en su Nación Postmortem. Ensayos sobre los tiempos de insoportable ambigüedad. San Juan: Ediciones Callejón, 2002. Claro otro es el budget del nacionalismo en ese manglar, como otro el enchufe institucional y el tamaño de los guisitos. Sin embargo, la rabia generada, la calidad y cantidad de "respuestas", insultos e histerizaciones que supuraron algunos ante sus planteamientos críticos, ya en la prensa (sic), la academia o la vellonera boricua merecen discutirse. Nada despreciable, en otra caverna n'est pas?, sería retomar la discusión en torno a la "ambigüedad" de esa temporalidad insoportable.)
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