(L os cangrejos baten palancas ante el envío crustáceo de la Liceaga-Rojas a nuestro blog. Boca del cangrejo (aka) Manglaria emerge pausado de su latencia , como esa criatura que en el litoral excava su vida otra. Se despejan arenas para el luto de la poeta de cara al mar. lbm ) Del libro inédito Amaratada Yara Liceaga-Rojas voy a tu encuentro sal Madre dicen los niños cuando estamos sumergidos, chapoteando mirando al lugar donde te dejamos de espaldas a la Villa Pesquera dicen que ya debes haber llegado a China con la boca diciendo peces palabras saladas haciendo corales de viento recorriendo el planeta como deseos animados labor de dibujos de agua dicen China como medida de distancia extendiéndote en su mente y la idea del infinito que se filtra por lo dedos cuando hacemos una cacerolita con las manos con el reguero tuyo líquido que dispersa a donde fuiste lanzada cenicienta, particulada dicen China y...
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ResponderBorrarCuando uno se acostumbra a su infierno, me parece que tiende a idealizarlo o entrañarlo (léase "El infierno" de Virgilio Piñera). En este caso, la idealización en sí se convierte en un modo de despojar al fuego de su capacidad de calcinar, aunque sigue quemando. Yo soy cafre y qué, por ejemplo. Tú dirías mediocrizar, pero eres más severo que yo. Aunque Lavoe no es mi ejemplo a seguir, ni mucho menos mi héroe, su voz me aclimata a las llamas de mi infierno, a la singularidad del mismo. Es la experiencia que yo tengo cada vez que esa boca me atraviesa el oído, me come el cerebro y se fuma mi carcasa. Ahora, después de leer esto bien me puedes mandar al carajo, pero sólo te pido que no te olvides de mandarme con la colección completa de las canciones grabadas por Lavoe.
ResponderBorrarCafretizar no es sinónimo de mediocrizar aunque en ciertas comarcas sean inseparables. ¿Quién sería Motete si pudiera mandarlo a un oneroso jardín de carajos erectos? ¿Con qué tiempo le dedicaría las obras completas del Cantante? Me gustó en demasía lo de fumarse la carcasa
ResponderBorrarno hay manera gigante de sostener el pulso, ni ante la puvis matrona, convulsionada, repiqueteando campanitas de cristal, ni ante la voz acartonada de lavoe lubricándose un tabique con el polvo maravilla y perforando el olor a yerba de bambalán sobre la calle seis de bélgica. en ambos casos, la muerte, el sexo y la música siempre andan cerca, listas con el dedo meñique por si hay que taladrar algo. lo que sea.
ResponderBorrarSaludos desde La Casa.
sonia.
Oído inaudito tiene usted, sobre todo, ante el pubis y los orificios por taladrar. Maneras hay, pequeñas, resbalosas y un tanto bruscas sin insistir en el temblor pues se pierde el paso. La uña, la uña.
ResponderBorrarsaludos desde el hoyo