Una musiquita muy cacoquímica-fragmentos
Al abate Calemberg
y a Martha Isabel Moia
"Sólo falta el orinal del Dalai Lama"
Lichtenberg
y a Martha Isabel Moia
"Sólo falta el orinal del Dalai Lama"
Lichtenberg
Quien versifica, no verifica.
Vates de toda laya:
no versifiquen.
¡Verifiquen!
—Entre entrar y salir se nos va la vida, alumnos míos de aluminio inoxidable.
Aristóteles atravesó la escena en estado crepuscular, desnuda, con un cirio en la mano.
—No hay salida, alumnos. Salgan, aluminios del faldespato.
—¿No hay saliva? —Al Cojete.
—¡Cuándo no! —Perichiclets sacándole la lengua a la que tan sobrecogida quedó al futurismo adhirió, vestida de marinetti y haciendo ochos en un paisaje de nieves negras con un grumete ceceoso en la guerra de cecesión.
BETTY LAUCHA
Betty Laucha se echó a perder porque siempre estaba haciendo de las suyas. Pero el hecho de que Mecha la manchara la apechugó, puesto que estaba al acecho del afrecho.
LA ENTURBANADA
Aunque turbada, la enturbanada se masturbó.
Torva caterva de mastinas pajeras, grutas agrietadas, culos pajareros, ¿sabréis piafar con un pífano?
Dame Coja alzó la manco.
—¿Por qué rutilan tus ojuelos zarcos? —dijo el Zarloro de todas las recias a la coya de la verdad, semoviente y constipada intrépida del cantar de una raza.
LA QUE SE DEJO POR LA NOCHE
—Vení, Démeter, que te la meto —dijo el mirón en do menor.
LA QUE POR UN CISNE
Rió el loro al ver a Leda encamada con un cisne.
— Y vos dále que dále con el blanco paxarito. ¿Y si te deja enjinta?
——Pinto la cinta de la finca —Leda dixit.
— Abrí ese traste, sotreta —dijo el cisne quien, sibilino cual cerrajero de Silos, descerrajóle el ano a la enana que, mojada cual mojarrita comprando en Harrods una jarra, no reparó que el arúspice, le hacía ver las estrellas.
Alejandra Pizarnik
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