"El sol no puede decir lo mismo". Nota a un poema de Pepe Liboy

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Yo trato, yo trato
de imitar al sol, pero
mi corazón se ha vuelto
un erizo. No es mi intención,
yo no elegí esa metáfora,
no habría podido. Hincando
a quien pretende iluminar,
el rostro ocasional de un amigo
entre enemigos, para hacerme
renegar de las espinas.
Yo trato, yo trato de hablar,
pero el erizo lo hace todo
con un solo orificio.
Así que esto es
hablar. El culo y la boca
en el mismo sitio, un eterno
sesenta y nueve. Por lo menos
soy propiedad exclusiva de la playa. El sol no puede
decir lo mismo.

Tomado de El límite volcado. Antología de la generación de poetas de los ochenta. Alberto Martínez-Márquez y Mario R. Cancel. eds. San Juan/Santo Domingo: Isla Negra editores, 2000. 105-106.

De vuelta estoy, la babel(dm) sacudida por este poema político de Liboy; de los mejores, tal vez, en el siglo XXI del litoral. Se trata de una emotividad negativa, de una afectividad vuelta sobre sus goces e intransigente ante la polémica que supone su cuerpo en sociedad. Negado y negándose a una comunicabilidad social, el erizo poético rebasa al sol de los cielos por la singularidad de su palabra anal( )vocal. Boca del culo, culo oral: La metáfora de este materialista del litoral no es una elección. Su palabra es la dicción obligada de un astro menor quedado en una playa sin rotación planetaria, ni dones de la altura ni claridades azules o rojas.Hinca por ahí, desde la tumba grita Marvin, orgulloso.




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