Dos poemas, Juan Carlos Quintero Herencia


Caballo de Troya

En las profundidades,

donde la zanja frente al Morro

es Medusa negra,

donde el negro se traga al negro,

un enorme pez ciego y

sin escamas

levanta un arco,

aleta membranosa

labia fluorescente



Perdidos por este fulgor tenue,

atraídos por la candelilla,

extendido pene

prensil carboncillo

efectivo lazo

bastón blando nadador,

arpón escondido que es toda luz,

pequeños peces en su boca sucumben



En las profundidades,

el pez desarruga su órgano,

lo pasa sereno

tardo cual melaza

sobre una escultura que tocada ahora

echa a la corriente inmóvil su detritus depositado



De madera desusado

negro otra vez,

sepultado hasta las rodillas

el caballo relincha



En las profundidades del Atlántico,

un pez de los mil demonios

deja caer su sexo basto

sobre el caballo de Troya



Descendiente

tras sus cuartos traseros,

el pez despeja la cola de una sola mordida,

el trazo que las ruedas olvidaran sobre la arena

un oleaje secreto

de cuando en vez

la mar de ocasiones

lo borra y lo escribe,

avanza retrocediendo



Es posible imaginar a los aqueos

suspendidos en aquella marcha,

sin embargo por allí no se los ve



¿Cuál es tu guerra, mijo?

¿Qué has hecho para estar aquí sumergido

y con el mar adentro?

¿Quién te imaginará ahora como el golpe sigiloso de la muerte?

Quién iba a decir que está sería tu mejor batalla,

cara a cara con tu doble vivo

bellaco y terso



En esta lejana balsa,

tumba abierta,

náufrago sin isla,

caballo sin palo,

sordo sin procesión

ni a rebato,

sin bullicio

el caballo de Troya

anuncia en la eternidad un paso

que nunca habrá de dar



En las profundidades,

donde la alharaca nunca ha tenido asiento,

allí: bóveda oscura

bóveda en la bóveda

(paréntesis de titanio negro)

la cabeza los belfos

el copete las crines

la tensión hermosa del cuello,

esperan por siempre lo que ya les pertenece



El pez auspicioso,

primero de su estirpe

aletea violento su velocísima despedida,

una flecha de sombra oscurece la penumbra



Bajo el hongo de las arenas alzadas,

ya sin quites

sin cuerpo,

in-proceloso

un caballo congelado por la tiniebla

no se cansa de esperar
1ero de septiembre de 2010, 18-19 de diciembre de 2012, Córdoba, Argentina y Silver Spring


Siempre Ciempiés


Enemigo tú: Gongolón,

cuando de madera acercas

para que me sirva de asiento

taimado don escalón



Capricho el tuyo: Ciempiés

que malgastas la librea

cuando ojeroso ante libros

se te caen los elepés



En dos patas tambalease Ciempiés,

-ñángotese- dice raudo Gongolón,

-leche, arrocito- pide y aúlla Ciempiés



Nariz que se hunde entre las páginas

se agarra el bulto,

el mismísimo se da lengua



¡Coño! persistencia tuya: Gongolón,

bollo comisura y dragoncilla,

gallerín repesa escudilla,

nada cabe entre nosotros,

nada serpea entre bajeles

echapallá don babeles



Enemigo tú: Gongolón.
            18- 19 de diciembre de 2012, Silver Spring

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